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Génere: la violencia sobre el lenguaje

  • Foto del escritor: liserguia
    liserguia
  • 21 jun 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 jun 2018


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Escuchemé

Escuchemé, usté, este tema de actualité. No se le ocurra terminar los adjetivos con o, porque va en cana. Sabe qué, hablo así porque soy democratiqué, me gusta que todes estén incluides y que todes se sientan representades, porque si alguien se siente discriminade, no somos evolucionades. Y la palabra lenguaje, fijesé, está avalando mi hipótesis, porque si no, sería lenguajo, y está mal, no se dice lenguajo.


Baste el párrafo anterior para referirnos a la forma brutal (brutal tanto en la acepción de violenta como de torpe) en que se intenta modificar la gramática española. El género, dentro de la gramática, es necesario. Los sustantivos, los adjetivos, así como los pronombres o los artículos tienen género masculino o femenino, y deben coincidir entre sí en las oraciones para establecer enunciados coherentes, y eso no tiene por qué ser sexista, ni la intención de valorar a uno por encima de otro.


La silla está roto. El ropera está vacía. Los álbumes son viejas.


Hasta acá, podemos reconocer el error y saber en qué consiste.


Aparece un poco de complejidad en sustantivos que no tienen un género definido, como adolescente o periodista, pero en estos casos el género está determinado por el artículo:


El adolescente está cansado. La adolescente está feliz. La periodista relee el título. El periodista camina solo. Los periodistas están contentos.


Aquí lo que da el carácter de género es el artículo “el”, “la” y “los” que preceden a los sustantivos y los adjetivos que les siguen.


Contra lo que protestan los voceros del denominado lenguaje inclusivo es el masculino genérico con el que en idioma español se engloba al femenino en el plural. Es decir que para este grupo es ofensivo decir: “Los adolescentes cantan” si en el grupo de adolescentes hubiera alguien de otro género, femenino o no.


Según esta lógica, deberíamos escudriñar el grupo al que hiciera referencia el enunciado para saber exactamente si tenemos que decir alguna de estas opciones:


“Los y las adolescentes cantan”

“Los y les adolescentes cantan”

“Las adolescentes cantan”

“Les adolescentes cantan”

o alguna otra combinación posible.


La cuestión se complejiza todavía más si pensamos en un sustantivo no neutro como adolescente y además se nos ocurre colocarle un adjetivo, por ejemplo: maestro contento. Porque ¿cómo diríamos para no ofender a aquella persona que estudió pedagogía, didáctica y otras yerbas, que no se siente representada/o por el género masculino ni por el femenino de nuestro idioma? (Hasta formular esta pregunta resulta contradictorio)


¿Maestre contente? ¿Y en este caso el artículo cuál sería?


Y si fuera en plural, ¿quedaría algo así: “Les maestres contentes”?


¿Y qué pasaría si alguien que estuviese en el grupo mencionado con ese plural no se sintiera representado en ese genérico que algunos suponen neutral?


Y ya dejo de escribir, porque no quiero exasperar a les lectores con este nivel de absurdidad.

Me reservo un abultado número de ejemplos para la próxime… Porque me faltó hablar del todxs.



Yamila Juan

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